La comedia y el drama
de Casona llenaron el Casino
(15 octubre 2017. 19h. Aforo
completo. Casino de Salamanca (Palacio de Figueroa) Ateneo Teatro Salamanca.
Obra: “Prohibido suicidarse en primavera”, de Alejandro Casona. Actores: Luis
Gutiérrez, Paquita Lahoz, Marisa Tapia, Manuel Andrés, Ángeles Erburu, Paz
Lleras, Ángel Gallego y Toño Blázquez. Asesor técnico: Eduardo Gutiérrez.
Dirección: Maribel Iglesias.)
(Gervasio Tirofijo)
Aterrizó por fin la compañía Ateneo Teatro Salamanca en la
capital tras recorrer buena parte de la provincia (esta era su octava
representación) con su nueva propuesta escénica. Y a tenor de los resultados,
la propuesta ha sido certeramente elegida porque los públicos que han tenido
ocasión de verla, primero, han llegado con interés por la trama presentada
hasta el final, a pesar de las casi dos horas de duración. Es decir que la obra
no cae en la terrible sentencia de Peter
Brook cuando señala: “tan pronto como
surge el aburrimiento, ha de ser como el parpadeo de una luz roja. El
aburrimiento del que hablo es la sensación de no seguir atrapado por la acción
desarrollada ante nuestros ojos”.
Pues bien, ese abismo al que se asoman los actores desde un
escenario, queda de alguna manera salvado si observamos objetivamente la
reacción del público. En el Palacio de Figueroa (Casino), preciosa
construcción, no hay, sin embargo, una óptima acústica para
representaciones teatrales. Sus altos techos hacen que las
voces se difuminen en el ambiente y a determinados sectores del auditorio no
les llegue bien la voz de los actores o lo haga de forma poco audible, tímida.
Es un inconveniente que los propios intérpretes deben solventar focalizando más
la proyección de su voz hacía adelante e intentando no dejar caer el ritmo del
fraseo al final, cosa muy habitual. Es un aspecto de técnica teatral vocal que
no siempre se consigue solventar. Por esta cuestión, peculiar en este tipo de
salas, nada más comenzar la función en el Casino, hubo tímidas protestas de que
no se oía bien. Fueron los dos primeros minutos. Los actores enseguida se
percataron del problema e hicieron todo lo posible porque su voz llegara al público.
Un público muy
receptivo que llenó a rebosar el precioso auditorio central del Casino, con
muchas sillas supletorias (y aún así un nutrido grupo de personas no puedo
entrar por estar ya completamente abarrotado). Un punto positivo para El Casino
porque han dado en el clavo programando teatro. Y otro para esta compañía
salmantina de teatro aficionado que ya el año pasado llenara este espléndido
marco, lo que viene a explicar, añadiendo el éxito que están teniendo en toda
la provincia, una cosa: están haciendo bien las cosas. Una correcta dirección y
un buen nivel actoral en conjunto.
Solvente actor Manuel
Andrés, esta vez en un personaje (Doctor
Roda) de contenido gesto y sereno
academicismo. Ángeles Erburu, sujeta a un personaje, Germana, trufado de tipismo, que en nuestro cine y teatro han
bordado en comedia Florinda Chico, Rafaela Aparicio o Gracita Morales. Parece agrio
el personaje pero Erburu consigue hacer resaltar los picos graciosos que tiene.
Paquita Lahoz es una veterana actriz que comenzó a hacer teatro en la
posguerra, en Francia, teatro en francés y en español. Una mujer que ama el
teatro de verdad y que hoy, en escena y en esta obra encarna un personaje
cortado a su medida, pareciera que Casona estaba pensando en ella cuando lo
escribió. En la Dama Triste asume
trabajar dos niveles emocionales antagónicos: el nostálgico recuerdo de una
vida sin sustancia y una expansiva y renovada vitalidad. Y lo hace con
repajolera gracia y oficio.
Toño Blázquez encarna
un personaje, El Amante imaginario,
que representa la ensoñación, la creación en la mente de un amor irreal que
busca desesperadamente un reflejo en la realidad para construir una espléndida
historia de amor sin peana. En definitiva, una huida hacía la necesidad de
cobijo amoroso. El actor navega también en la duplicidad del drama interior,
narrado con nervio en un monólogo muy creíble y la bobalicona ingenuidad que
contagia la risa en dos escenas de dúctil comicidad con Cora Yako, papel que
interpreta con espabilada soltura y desparpajo Marisa Tapia, una actriz con
tablas y llamada especialmente a personajes airosos y genuinos. En esta
cantante de ópera, diva y amorosamente desmesurada, lo clava.
La deriva dramática de
“Prohibido
suicidarse en primavera” recae sobre los hombros de Ángel Gallego en el
papel de Juan. Un guiño desgarrador y
tremendo se desata finalmente en su texto, tras años incubando complejos y un
pasional amor no correspondido. Y Gallego, en el Casino, estuvo espléndido de
dicción y medida del personaje Es, probablemente el personaje más antipático,
por su dureza expresiva, pero en él recae, ya digo parte del drama. Y el actor
lo dibuja con convicción.
Otra ambivalencia
emocional la conforman Fernando (Luis
Gutiérrez) y Chole (Paz Lleras).
Pareja de periodistas y novios en la obra, ambos llegan por casualidad a este curioso “centro”. Y su papel se bifurca, de nuevo, en
una felicidad exhibicionista y tontorrona para terminar en un patetismo
emocional con disyuntiva del trio amoroso.
Paz Lleras contorsiona
su personaje, le insufla una coherente potencia gestual y construye con él dos
cavidades estancas perfectas, la periodista superalegre, enamorada y cursi y
–por otra parte- la mujer desesperada, imbuida en una decisión sentimental
terrible cuya única salida parece ser el suicidio. Gutiérrez regala
expresividad y verosimilitud. Las últimas escenas protagonizadas por ambos
actores en buena química ofrecen al público una calidad interpretativa notable
y tensionan un drama que aboca, finalmente, a un desenlace donde el
enaltecimiento de la ilusión por vivir contrasta metafóricamente con el título
de la obra.